domingo, 30 de septiembre de 2012

La mañana sol de limón, por Hugo Savino.

Aquiles Ferrario tiene esa frase bendita sea, esa que necesito para enfrentar a los sinceros a los malhumorados a los trágicos a los que te responden desde su putísimo humor de arrogantes: hoy no quiero mañana no sé veremos te cuento te digo perdón: “No necesito tu sinceridad”. Así, corta, sin un gracias, sólo la fuerza de ese no necesito, no me la des, no te la pido. Mi gusto por las rupturas. El sincero hurga en tu intimidad, olfatea tu grieta, te la hace presente, te pone su caca de pájaro educado en la familia de escritores, te reconviene, te difama a la hora del té, te invita a volver a la familia, llora lágrimas de cocodrilo por nada, te supone feliz, su drama único está en el carnaval de su sinceridad, de su desplante, se escuda en la palabra malentendido. Mueve mi paranoia, la pone activa, huyo, me protejo, me hago clandestino, me va a leer, no puede con la curiosidad, querrá ver si escribo cada vez peor, si me repito, lo confirmará, se quedará tranquilo, lo contará por teléfono en el acto, mostrará mis cartas, el teléfono es su estupidez, correrá la bola, tratará de que esto no se edite, lo quemará en los círculos. Pero yo vuelvo a la cocina y agarro la silla y sigo. En el fondo de lo negro de la pared se ve a Lola, anda por ahí, no busca nada, aprendió a esperar en todo lo que perdió, no llora, hay que mirarla varias veces, escucharla, que camine adelante, mirarle el culo, está ahí, en esfumato, sigue pasando, creí que se había ido, sigue pasando, bolsa de red, vestido de tirantes, escote fatal, lo chueca del caminar me pone en la madeja de los celos, agranda el abismo, miro al tipo que lee el diario, lo envidio, está ahí metido, bien vestido, entra la rubia alta que se parece a Sandrita, se sienta, compañera de oficina, agarra el otro diario, todos van de Lola a ella, la rubia, guerra de las mujeres, en el otro rincón, la grandota de la valija sigue con sus papeles, se hizo casi invisible, las reglas literarias son moscas negruzcas que se paran en el terrón de azúcar, insistentes, entran por la ventana, planean y ahí están, no se quedan en su rincón, pegajosas, las espantamos, seguimos nuestra charla.

-Párrafo sacado del blog: palabrasamarrillas.blogspot.com.ar



Todos estan cansados de mi. De mi y los problemas que traigo... Estoy cansada de mi misma, quiero escaparme del mundo, empezar de cero y borrar todos mis errores. Hago llorar y sufrir a todos. ¿Por qué? ¿Por qué quiero ser libre? Me siento la peor persona. ¿Acaso estoy dentro del grupo de malas personas del mundo? Quiero ser otra persona, quiero no hacer sufrir a nadie, no hacerlo llorar, quiero tener todas las respuestas, todo claro, saber quien soy, a donde voy y para que estoy viva.