viernes, 5 de julio de 2013

Amor, asesino y madre.

El amor, querido mío, el amor nos lastima. Nos destruye y nos vuelve a parir. Pero no es el nuevo nacimiento lo que duele, sino esa agonizante experiencia de ser asesinada, destruida, revocada de este planeta por el amor. Y ese nuevo nacimiento, querido mío, nos vuelve uno con el universo, y puedes sentir tu voz en las plantas, en el viento, en los ríos. Puedes sentir cuanto te amo.

Otra vez, Alfonsina aparece.

"Cada vez que te dejo retengo en mis ojos el resplandor de tu última mirada.
Y, entonces, corro a encerrarme, apago las luces, evito todo ruido para que nada me robe un átomo de la substancia etérea de tu mirada, su infinita dulzura, su límpida timidez, su fino arrobamiento.
Toda la noche, con la yema rosada de los dedos, acaricio los ojos que te miraron."

No quiero.

"Te amo profundamente y no quiero besarte.
Me basta con verte de cerca, perseguir las curvas que al moverse trazan tus manos, adormecerme en las transparencias de tus ojos, escuchar tu voz, verte caminar, recoger tus frases."  -Alfonsina Storni.

Alfonsina y su maravillosa forma de saber expresar lo que siento en un tiempo pasado, antes de que pase. Adelantarse a los hechos, sentirlos y conocerlos.

Inocencia.

La inocencia en sí misma es pasión. El inocente no tiene dolor, ni sufrimiento, a pesar de haber tenido miles de experiencias. No son las experiencias las que corrompen la mente, sino el rastro que dejan, el residuo, las cicatrices, los recuerdos. Todo esto se acumula, se amontona y entonces empieza el dolor. Este dolor es tiempo. Y donde hay tiempo, no hay inocencia. La pasión no nace del dolor. El dolor es experiencia, experiencia de la vida diaria, de la vida de agonía y de placeres pasajeros, de temores y certezas. Uno no puede escapar de las experiencias, pero no es necesario que éstas arraiguen en la mente. Esas raíces generan problemas, conflictos y lucha constantes. La única salida es que uno muera cada día a todos los ayeres. Solo una mente clara puede ser apasionada; sin pasión, uno no puede ver la brisa entre las hojas, o el reflejo del sol en el agua. Sin pasión no hay amor.

- Boletín 4 de la Krishnamurti Foundation Trust Bulletin, 1969 -