martes, 2 de julio de 2013

Te amo como saben hacerlo los mares.

Hoy, querido mío, te escribo con la mayor sinceridad que puedo llegar a tener. Sin penas, sin etiquetas, sin juzgar nada. Hoy te escribo para hacerte saber lo que no sale por mis labios. Te escribo para que puedas intentar entenderme, comprenderme, así tal vez lo haga yo.
Tengo miedo. Sí. Miedo. Miedo de saber que alguien me quiere, me espera, me desea, me ama. Miedo de vos, que me queres, me esperas cada día, cada segundo, cada minuto, miedo de esto nuevo que está pasando. Te quiero, y no sabes cuanto, pero asusta el saber que no estoy mas sola, que estás siempre ahí, que me amas y que no me vas a fallar. Asusta dejar de ser una niña y experimentar algo nuevo como el amor. Asusta, asusta.
No sé lo que es entrelazar mis dedos con los de otra persona, no sé que textura y sensaciones tienen los labios, ni cuanto calor irradian tus brazos al abrazarlos.
El mundo se para, como ese día en el que intentaste besarme. Todo se paró.
No sé lo que es amar de esa manera, entregarlo todo, dejar todo ser, admito que no lo sé.
¡Admito ser una miedosa y una cobarde! Lo admito, lo grito. Me lo saco de encima. ¡Tengo miedo al dejar todo ser! ¡Basta de mentiras! Me lo admito.
No siempre será así, lo sé.
Tu cuerpo, tu alma, todo tu eres un poema. Un poema que vive en el aire y que lo leo desde que despierto, pero que nunca, por cobardía, me atreví a escribirlo.
Sé que te preguntas por qué te amo. Por qué cariño mío, por qué. Hay tantas respuestas a esa pregunta.
Es sólo tu.
Es tu forma de hablar, de caminar. Tu ternura, tu inocencia, tu sensibilidad. Eres una estrella, fuerte y tierna. Es por la sensación que me invade cuando te veo y digo: Esa persona me ama. Me ama como nunca nadie lo había hecho todavía, y está acá, parado a mi lado. Es por tus ojos, por tu sonrisa, por lo que desprendes de ellos. Y cuando me miras puedo leerte. Dios mío. Puedo sentir cuanto me quieres, esa luz que desprendes. Y es atemorizante, me asusta. Y yo también me pregunto por qué. ¿Por qué yo y no otra?  ¿Por qué decidiste meterte en este mar que soy yo sabiendo que podes ahogarte? Por qué, simplemente por qué. Tengo tantas mareas, tantas tormentas que se avecinan en mis cielos, y vos, marinero aventurero me elegiste. Decidiste navegar en mí.
Asusta, porque es nuevo, que alguien quiera estar a mi lado, sin separarse, que alguien tenga esas ganas irreductibles de abrazarme y besarme. Asusta y yo soy una cobarde.
Una cobarde que insiste en dejar de serlo. Sé que no lo seré para siempre. Puedo dejar de serlo mañana, dentro de un año, el siguiente segundo, quién sabe. Pero dejaré de serlo.
No tendré miedo cuando te recorra con mis manos y mis labios. Tampoco cuando me hables de tus sueños y tus miedos. Sé que no lo tendré mas.
Puedo ser cobarde, miedosa, una inútil, pero, amor mío, soy una cobarde, una miedosa y una inútil que te ama sin limitaciones, sin manuales ni reglas, soy una cobarde, una miedosa y una inútil que tiene ganas de besarte y abrazarte, de que estés a su lado ahora y que al despertar estés allí para poder decirte, de una forma renovada, sin ser cobarde, miedosa o inútil, que te ama. Que te ama como nunca lo había podido imaginar.
Que te amo, que vivo en universos paralelos cuando te acercas, que soy un mar. Pero que te amo, tanto, tanto...