miércoles, 5 de junio de 2013

Día 10. No sé.

Hoy estoy cansada, muy cansada. Y fue uno de esos días en los que no sé lo que siento.
En realidad nunca sé lo que siento.
A veces me siento tan feliz y otras veces tan triste, pero esos sentimientos desaparecen al pasar un poquito de tiempo. No sé. No sé nada.
A veces me siento sola, otras acompañada por el Universo. A veces me siento rara, otras ordinaria y común. A veces rio sin parar, otras lloro.
Y así es todo el tiempo.
Hay veces que me siento sola, y siento que toda la vida va a ser así. Que nunca nadie va a tener la fuerza, la cobardía o lo que sea que se haya que tener para quererme. Y lloro. Y me pongo triste. Hay gente que me ama, claro, pero existirá alguien allá afuera esperándome? Existirá alguien con algún destino que esté esperando para cruzarse con el mio?
Tal ves lo hay, tal vez ya lo conozco, pero ¿ por qué se me hace tan difícil expresarle cuanto lo quiero?
Si, estamos hablando de mí. Yo enamorada, o yo sintiendo algo que tiene que ver con eso. No sé como se hace para explicarle a alguien lo que sentís cuando se acerca, cómo haces? Cómo haces para no ponerte roja como un tomate, para que no se te traben las palabras, para no sentir que te estas teletransportando al planeta donde ocurren cosas locas?
No sé. No sé nada.
Lo único que puedo decir es que me vuelve loca como nadie nunca pudo y que cada vez que está cerca siento que todo se acaba, que todo vuelve a empezar, que el pasado y el futuro no existen y que solo somos nosotros dos y nuestras almas.
No sé que significa eso. No sé como actuar, no sé como decirle, no sé cuándo ni cómo decirle. No sé nada.
Pero, Dios Mio, su voz, su sonrisa, las cosas que habla, las cosas que siente, el fondo de sus ojos, cómo se ilumina su rostro cuando me ve. Dios Mio. Dios Mio. Dios Mio.
Ya dije que no sé nada, pero lo único que se es que en este mismo momento, ahora, quiero abrazarlo hasta desvanecerme, besarlo hasta entender el mundo y sentirlo, sentirlo como se siente la lluvia, el viento y las nubes. Quiero poder mirarlo a los ojos fijamente, penetrar en sus pupilas y llegar a su alma, allí decirle cuánto lo amo y perder la consiencia, perder la nocion del tiempo y tomar su mano. Tomar su mano y correr, correr hacia el cielo, hacia el mar, hacia las montañas, no importa, pero correr. Acostarnos dónde quiera que estemos y ser como las estrellas, transformarnos en estrellas.

Y dejar que el amor nos haga...