martes, 9 de octubre de 2012

Flor de peral. Foto propia.
Foto propia.






Océano.


Estábamos sentados enfrentados… mirándonos a los ojos, emborrachándonos con nuestras miradas, nuestro sentimientos que saltaban de ellos y nos abrazaban, nos unían aún más.
-Te tengo que mostrar algo –dijo-
Comenzó…. Sus manos se movían en armonía sobre las cuerdas, su voz era dulce, tierna, llena de amor… me hace volar. La quiero a morir, decía… pueden destrozar todo aquello que  ven porque ella de un soplo lo vuelve a crear como si nada, para las horas de cada reloj, y me cose unas alas y me ayuda a subir…. La quiero a morir, decía. 
En cada verso, en cada estrofa, en cada nota, él me decía algo, con sus ojos y con su voz… me sentía en el cielo… volando entre las nubes, tocando cada gota de lluvia que caía sobre el mar oscuro y profundo.  Es allí cuando me di cuenta de cuanto lo amaba… de cuanto lo deseaba, de cuanto lo necesitaba… necesitaba un beso, un abrazo de él.
-Te gusta? –y vi una de esas sonrisas más lindas del mundo-
-Me encanta… 
-Es para vos…
-Para mí?
-Si
-No sabía que me querías a morir….
-Te amo a morir….
Sonreí, baje la mirada… definitivamente era un sueño. Nos volvimos a mirar a los ojos… nos pedíamos a gritos un beso, un abrazo eterno.  Algo que dure para siempre, que recordemos toda  la eternidad.
Me acerqué… sentí su respiración, pude sentir sus deseos… sus deseos eran los mismos que los míos.
-Yo también te amo a morir….
Y nos sumergimos en nuestro océano, profundo, secreto, hermoso, transparente y oscuro.  No importaba el aire, el tiempo, el lugar o la forma. Estábamos satisfaciendo nuestros deseo de amor eterno... al fin había pasado lo que anhelábamos, lo que esperábamos y un poco más.
-H.H