jueves, 11 de octubre de 2012

Cuando lo que pasa no quería pasar.


Ocurrió lo que tenía que pasar, ocurrió lo que no quería que pase. Pasó…
Pasó y no lo pude evitar, no pude hacer nada para deducirlo y evitarlo.  Ahora estoy destruida, tendida en el mar de mis lágrimas, volando sobre mis pensamientos y ganas de que esto signifique nada para él, volando sobre las ganas de que me quiera a mí, que me elija a mí para vivir toda su vida a mi lado y probar la compatibilidad de nuestros labios cada noche. Me lastimo a mí misma, escavo sobre mi piel con mis propias uñas, escavo y escavo tratando de ver el futuro, tratando de ver luz, tratando de dejar de sentir tanta ansiedad y tristeza. Me consumo en mi propio fuego, el hecho de solo pensar  que nunca encontraré a alguien que me entienda y que me ame de verdad me dan ganas de renunciar. Renunciar a mi libertad. El precio de la libertad es probablemente la soledad, es el aceptar que no tendrás a nadie para apoyarte, no tendrás a nadie que te sirva de consuelo, solo a vos. Solo a vos y a tu fuerza. Me pregunto si de verdad quiero  ser libre. Tal vez solo quiero ser libre a medias, quiero probar. Quiero besar, abrazar, bailar, soñar, volar, todo con alguien. Nunca conocí eso… y cuando apareció el mis ojos se iluminaron, ya estaba empezando a experimentar. Ahora sé que existe la gran posibilidad de que pase su vida con ella. Ella ya probó sus labios, escuchó su voz, sintió su piel… Yo solo exploré su corazón y su mente y aun no termino. ¿Existe una loca posibilidad de que me sigas besando a mí y no a ella?

-H.H

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